Amantes de la gran ciudad, del jaleo, del ajetreo, de los edificios altos y el asfalto… Preparaos todos para disfrutar en Johannesburgo, la ciudad más grande Sudáfrica. Esta gran metrópolis forma parte del club de las 40 áreas metropolitanas más pobladas del planeta. Quién lo habría dicho a principios del siglo XX cuando únicamente era un asentamiento minero alrededor de enormes agujeros en los que se extraían oro y todo tipo de minerales. Para revivir aquella época, hay que visitar la Golden Reef City, una recreación en formato parque de atracciones de lo que fue Johannesburgo hace apenas un siglo. Nada que ver con lo que es ahora. Subirse
al edificio más alto de África y contempla la inmensidad de la ciudad desde arriba, es una experiencia que solo se puede vivir en esta ciudad. Pasea entre sus tiendas, prueba sus restaurantes, aprende Historia en vivo en Soweto y déjate llevar por la magia de Jobug o Jozi, como cariñosamente la llaman los lugareños. Y de una ciudad de interior a una de costa, Ciudad del Cabo es una de las urbes más reconocibles del mundo. La inconfundible silueta del Monte Table dominando todo su entorno forma, junto con los edificios y calles y la bella costa donde Índico y Atlántico están a punto de juntarse, una fotografía única para cualquier viaje. Pero hay muchas experiencias que vivir en la urbe, como coger el teleférico y subirse a lo alto del Monte Table para, desde sus 1.000 metros, admirar unas excelentes vistas. Y para seguir alegrando la vista, el colorido barrio de Bo-Kaap invita al visitante a conocer sus calles y fachadas de colores. Conocer el excelente paisaje de Robben Island… a la vez que descubres su tétrica historia como prisión. Adentrarse en un oasis de naturaleza prácticamente en el centro de la ciudad. Y dejarse llevar sin mirar el reloj por las tiendas y atracciones del siempre animado Waterfall. Entre ciudades llenas de movimiento y ajetreo y parques naturales donde no existe la civilización, también se puede encontrar ciudades a medio camino entre la actividad y la tranquilidad. El mejor ejemplo es Pretoria, capital administrativa de Sudáfrica y considerada como la ciudad más señorial del país. Basta dar un paseo por sus principales calles para captar esta esencia serena de la ciudad. No hay que perderse su casa museo para comprender los primeros pasos de Sudáfrica como país y darse una vuelta por Church Square o hacerle una foto a los Union Buildings, el lugar donde Nelson Mandela se convirtió en presidente. Y a todos estos puntos seguro que les acompañan las bellas hojas de la jacaranda, el árbol que ocupa
buena parte de las calles de la ciudad y que mejor simboliza a Pretoria. Dejando a un lado las principales ciudades antes nombradas, ya toca mencionar el gran Parque Kruger. Imagina que la provincia de Cáceres fuese enteramente un territorio protegido para albergar los animales más increíbles en su hábitat natural aprovechando una gran variedad de ecosistemas y paisajes. Además de ser el más antiguo del mundo -se instauró en 1898-, el Kruger es uno de los parques más accesibles ya que tiene una estupenda red de caminos y senderos de hasta 2.500 kilómetros. No hay manera mejor que contemplar en directo a los cinco grandes de África. Saca la cámara de fotos y mantente atento porque podrás ver leones, leopardos, búfalos, elefantes y rinocerontes… y también antílopes, cebras, cocodrilos o guepardos. Bienvenido, a la ciudad de los avestruces. Desde hace décadas, la vida en Oudtshoorn ha girado en torno a estas curiosas y gigantescas aves. ¿Sabías que a principios del siglo XX se criaban allí 750.000 avestruces? Había más aves que personas. En ese momento, el principal motivo que impulsaba la cría era extraer sus plumas, muy apreciadas en la moda victoriana y eduardiana. Oudtshoorn tiene un clima ideal para ello: mucho sol, suficiente agua y terrenos fértiles para la alfalfa y con alguna piedra para ayudar a la digestión de los avestruces. Por eso los granjeros hicieron una fortuna, como se puede comprobar dando un paseo por la localidad y veas sus espléndidas mansiones. Después, llegó la crisis porque las plumas de avestruz no interesaban tanto, especialmente tras la Gran Guerra. Sin embargo, en los años setenta, el uso de su piel para hacer objetos de artesanía y su excelente carne, sin colesterol ni grasa, reavivaron su cría. Y muy cerca de Oudtshoorn se halla Knysna es el corazón de la Ruta Jardín. Esta ciudad presume de sus excelentes ostras, de su sensacional laguna, de la mágica reserva natural Featherbed y de la labor de George Rex, gran impulsor de la localidad a principios del siglo XIX. Cuando te acerques a la ciudad, disfrutarás de un precioso paisaje de colinas cubiertas por un manto verde que escoltan a la fabulosa laguna, que conecta con el mar a través de una estrecha vía de agua flanqueada por dos enormes moles de piedra denominadas The Heads (Las Cabezas). La ciudad conserva todo su encanto porque su situación geográfica impidió durante mucho tiempo un sencillo acceso desde el mar, así que la vida siempre ha girado en torno a su laguna y a la reserva natural de Featherbed, donde encontrarás varias curiosas especies animales como el tímido duiker azul o el caballito de mar de Knysna.