A pesar del tamaño del país, éste contiene grandes reliquias a lo largo y ancho de su territorio por lo que para conocerlo enteramente habría que estar varios meses. Con poco tiempo, se pueden recorrer los principales puntos de Túnez, donde las carreteras son transitables y el transporte público como el tren para moverse de ciudad en ciudad no está nada mal, siempre y cuando estas ciudades sean las más turísticas. Si el recorrido se sale de lo normal es cuando uno se tiene que plantear alquilar un coche. La capital de Túnez, llamada exactamente igual que el país, Túnez, suele ser el punto de partida de todos los viajeros, una magnífica oportunidad ya que esta urbe está repleta de lugares que visitar. Hay que decir que la ciudad ha sido siempre la capital del país, desde 1159, por lo que representa la sede cultural y económica más importante del estado. La medina de Túnez, es una joya árabe, que hay que conocerla a fondo paseando por sus estrechas calles. Está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979, y es una experiencia sensorial adentrarse en ella. Los olores, sonidos y sensaciones de frío-calor, hacen regresar al pasado de inmediato. Como muchas de las medinas, ésta está situada en una colina, y los monumentos que la conforman son infinitos, aproximadamente 700 monumentos. Para entrar en la Medina, el visitante se topa con uno de los principales monumentos, la Puerta de Francia que una vez que se cruza comienza el paseo por sus zocos, todo un espectáculo. La medina contiene bazares, madrazas y mezquitas históricas con mucha importancia en el país. Una de estas mezquitas es la conocida como Zitouna, la más importante de la medina por albergar una de las primeras universidades de la historia del Islam. Siguiendo por la medina encontrarás el bazar Souk Attarine o el zoco de perfumistas uno de los bazares especialista en la venta de productos cosméticos y perfumes. Para sentir la verdadera esencia tunecina hay que adentrarse en este zona. Los palacios también abundan en la medina. El Dar Las Ram, es uno de ellos, un palacete que fue de una familia de descendientes de la tribu conocida como yemení. Sus acabados en los arcos del patio, los capiteles y el estucado son dignos de admirar. Otro de los monumentos más conocidos es el Tourbet El Bey. Además del valor arquitectónico e histórico que posee el edificio, en el interior de éste yace el complejo funerario más grande de Túnez. Saliendo un poco de la Medina, en la ciudad de Túnez merece la pena conocer: las termas de Antonio, unas antiguas termas romanas de gran importancia en el Imperio Romano; los Puertos púnicos de Cartago y los museos nacionales más importantes. Además de todo esto, Túnez posee una vida animada, donde las calles están repletas de bares y restaurantes para degustar la famosa gastronomía.
A 150 kilómetros al sur se encuentra Susa, una de las urbes más encantadoras del país. Ha sido lugar de inspiración para escritores y pintores. Y no es para menos, su situación geográfica, ubicada en la costa del Mediterráneo y sus más de 3.000 años, han hecho de esta ciudad un destino para gozar de la cultura árabe. Su medina, al igual que la de la capital de Túnez, también está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sus lugares de interés son la Gran Mezquita, el zoco Er Reba, el museo de Dar Essid y el de arqueología.
A mitad de camino entre estas dos ciudades, se encuentra Hammamet uno de los destinos turísticos mejor valorados del país del Magreb. Las culpables de esta fama son sus largas playas de aguas azules y arena blanca. Esta ciudad es conocida por la gran cantidad de jazmín que hay en sus calles. Su aroma impregna toda la ciudad. Pero además de esto, la urbe posee monumentos, como el yacimiento arqueológico Kasbah y cómo no, la medina, más pequeña que las anteriores mencionadas pero igual de interesantes.