La ciudad de Murcia, hecha a medida del hombre, propicia el paseo, el encuentro, el redescubrirla cada día. De acusada personalidad barroca y de gran perceptibilidad para los sentidos, Murcia es singular.
Las gentes de Murcia saben ser acogedoras con el que nos visita, el murciano es, por naturaleza, un magnífico anfitrión dado su carácter generoso y abierto. No en vano, uno de los símbolos de la ciudad es una matrona que amamanta a un niño extraño y aparta al suyo.
El murciano es cuidadoso con el urbanismo y el medio ambiente. Las nuevas construcciones urbanas, contrapunto de las de siglos pasados, dotan a la ciudad de una modernidad que casa perfectamente con la tradición.
Por todo ello Murcia se ofrece al visitante próspera, moderna y dinámica conservando su calidez y barroquismo.